Actualmente, los envases de los productos alimentarios deben hacer algo más que proteger el producto en cuestión. Sin duda es esa su función principal: asegurar que el contenido llegue intacto hasta los hogares después de pasar por las fases de envasado, transporte, almacenamiento y venta. No obstante, también el diseño y el material influyen notablemente en las decisiones de compra, dado que cada vez son más los consumidores que demandan productos alimentarios en envases más sostenibles.
En todo caso, la mayoría de productos alimentarios no se pueden transportar, almacenar ni comercializar sin un envase, puesto que así se echarían a perder. Las envolturas protectoras mantienen a raya los factores perjudiciales, como la luz, el oxígeno o la humedad, y evitan además contaminaciones o daños. Prolongan el tiempo de conservación y reducen así considerablemente el desperdicio de productos alimentarios.
A lo largo de toda la cadena de valor añadido, se desperdician en todo el mundo más de 930 millones de toneladas de alimentos al año. Estas cifras están tomadas del último informedel Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA). La asociación suiza Food Waste señala incluso que, de media, un tercio de los alimentos se pierde o se desperdicia en el trayecto del campo al plato. La Agenda 2030 de la ONU tiene entre sus objetivos reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita para el año 2030. Además, los autores del informe Food Waste Index Report 2021 calculan que entre un ocho y un diez por ciento de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero son achacables a productos alimentarios que no se consumen. Los envases pueden ayudar a mitigar este desperdicio.
De los «Objetivos de Desarrollo Sostenible» de las Naciones Unidas nació también la iniciativa SAVE FOOD, fundada en 2011 por Messe Düsseldorf, la FAO y la interpack. Su objetivo es fomentar la concienciación pública sobre este tema y desarrollar estrategias y soluciones para abordarlo, en colaboración con los actores políticos, sociales e industriales. Uno de los aspectos centrales al respecto es la innovación en el sector del envasado. Por eso, un proyecto de investigación actual de SAVE FOOD se plantea cómo fabricar envases biodegradables para productos alimentarios a partir de residuos alimentarios o de productos secundarios de la producción de alimentos.
Unir protección y sostenibilidad
Los envases no solo deben garantizar la frescura y la conservación de los alimentos durante más tiempo. Además, es cada vez más habitual que los consumidores demanden medios de envasado que respeten el medio ambiente. Deben ser reciclables o estar fabricados con materiales sostenibles, pero proteger de forma óptima los productos perecederos. Por eso, los envases de alimentos actuales son auténticos productos de última tecnología. La empresa allvac Folien GmbH, por ejemplo, ha desarrollado una lámina de once capas de poliamida/polietileno para productos alimentarios que puede reaprovecharse por completo y que ha obtenido del instituto cyclos-HTP la correspondiente certificación para toda la UE. «No podemos seguir trabajando sin soluciones de envasado ecológicas. La presión sobre los fabricantes de productos alimentarios es demasiado alta, simplemente», afirma Andreas S. Gasse, director ejecutivo de allvac Folien GmbH.